And in that moment, I swear we were infinite.

Es un símbolo que no tiene principio ni final. Suena absurdo, ya que si vas dibujándolo ves como lo comienzas y como lo acabas, pero obsérvalo una vez terminado, es una unidad, un continuo. No empieza ni acaba. Pocas cosas son así de perfectas. Puedes pensar que no hay nada en esta vida infinito, todo tiene principio y fin. Cada persona nace para después morir; ni siquiera el cielo ha estado ahí eternamente.

No obstante, mira dentro de ti. Cierra los ojos y viaja a tu recuerdo más preciado. Siente su tacto, su olor, escúchalo, siente como tu paladar se recrea y como todo se vuelve nítido tras los párpados. Ese momento ya es tuyo, para siempre. No recuerdas como empieza, ni como acaba, solo hay un fragmento, el más precioso y delicado, único como una gema preciosa. Tu mayor tesoro. Algo tan fuerte, tan único, tan magnífico que te detuvo completamente en el tiempo. Ese segundo que atravesó tu alma en horizontal, vertical, diagonal.... desde todos y cada uno de los ámbitos de la existencia. Eso es infinito. 

Puede que no encuentres ningún recuerdo así, que aún no hayas experimentado esa metafísica tan estremecedora. Pero no te desesperes, simplemente busca a esa persona especial, esa que es tu luz en los días oscuros y tu trueno en la más gris de las tormentas, y mírale a los ojos en silencio. Bucea en su iris, deslízate por su pupila. Date cuenta de como esta se estremece al compás de la tuya, como el resto del mundo comienza a palidecer. Porque sientes que la vida cobra sentido en ese color, y deseas pintar toda tu existencia con él,  incluso tu memoria más remota. Porque embadurnado en la pintura de su iris no hay principio ni final, solo esa sensación de conexión, de no querer separar la mirada. Ese color, ese instante, es infinito.

Tal vez ahora lo entiendas. Ese beso único, ese abrazo, aquellas palabras, cada sueño, cada persona que has sido, y las que serás; aquellas caricias, aquel suspiro, y su aliento en tu nuca. Todo, todo eso es inifinito.